Por primera vez se cuenta con evidencia sólida de la presencia de hielo en la superficie de la Luna.
Un artículo publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) ha capturado la atención del mundo. Y no es para menos, pues el título del mismo nos reporta ya el gran descubrimiento: “Evidencia directa de agua helada expuesta en la superficie de las regiones polares lunares”.
Aunque ya se sabía de la presencia de agua en lo profundo del satélite y se contaba con evidencia indirecta de la presencia de hielo en su superficie, no se contaba con una prueba infalible de ello. Hasta ahora.
Esto ha sido gracias a datos obtenidos por el Moon Mineralogy Mapper de la NASA, que viajó a bordo de la nave Chandrayaan-1 para explorar la superficie lunar en 2008 y 2009.
Tras 10 años de analizar los datos obtenidos, el equipo de investigadores dirigido por Shuai Li, del Instituto de Geofísica y Planetología de la Universidad de Hawaii, encontró firmas específicas que prueban que hay hielo en la superficie de la Luna.
La mayoría de los ‘lagos congelados’ se encuentran dentro de cráteres localizados en los polos norte y sur de la Luna. Esto se debe a la inclinación del eje lunar, creando zonas permanentemente en sombras que permite alcanzar bajas temperaturas en los cráteres, aproximadamente de – 157C. Así se crea un ambiente en que el hielo puede permanecer estable por largos periodos.

Aunque en los dos polos hay evidencia de hielo, su distribución es bastante diferente. En el polo sur este se encuentra concentrada en una gran área central, mientras que en el polo norte está disperso en varios parches.
Este descubrimiento es muy relevante para la exploración espacial. El agua es un recurso esencial para la supervivencia, por lo que su accesibilidad en el satélite podría impulsar nuevamente los viajes a la Luna. Asimismo, permitiría que los viajes a Marte también fueran más accesibles. Algunos también ven este hallazgo como una opción para ‘minar’ agua lunar, e incluso para crear combustible y oxígeno para las misiones espaciales.