Si te ganas el corazón de tus subordinados, los verás desplegar toda su energía para seguirte, pues sabrán que los quieres de verdad y que harías por ellos cualquier sacrificio. Si no mandas con amor; te verás obligado a utilizar el peor de los métodos: la fuerza (Card. Van Thuan).
Si el dirigente no es el primero en dar ejemplo, será obedecido, pero no respetado. Si sólo da ejemplo en el ejercicio de sus funciones, podrá ser obedecido y respetado, pero no amado. Si da ejemplo en todos los ámbitos de la vida, será a la vez obedecido, respetado y amado. Y ejercerá un profundo influjo en los demás (Card. Van Thuan).
Un dirigente de talento se distingue por la forma de reclutar a sus colaboradores: los busca, los descubre, sabe acogerlos, los forma, tiene confianza en ellos, sabe distribuirles el trabajo, y los quiere (Card. Van Thuan).
No existe el dirigente ideal, y tampoco el colaborador perfecto (Card. Van Thuan).
El dirigente debe ser igual con todos en todo momento. Deberá aceptar toda clase de tareas, de cansancios, de oposición. Hasta puede llegar a ser necesario que sacrifique su vida por el bien de la comunidad. ¡Pero nunca descuides la preocupación por tu alma! (Card. Van Thuan).
Un joven vietnamita, orgulloso de la historia de su país, eligió entre sus héroes preferidos al héroe de los héroes, Nguyen Trai, por su temperamento audaz y su proverbial arrojo. Se sabía de memoria su Proclama de la victoria sobre los chinos, en la que Nguyen Trai analiza las seis causas de la derrota de los chinos y las seis razones de la victoria de los vietnamitas: el clima, el terreno, el hombre, la índole de la causa y el patriotismo. Y la historia ha dado la razón a ese filósofo y estratega.
Nuestro estudiante meditó día y noche la famosa proclama y acabó aplicándola al arte de ser dirigente en un texto que tituló: «Diez motivos de fracaso, diez motivos de éxito».
Orgulloso de su hallazgo, lo presentó a sus amigos, que, medio en broma medio en serio, le pusieron el apodo de «Nguyen Trai el Joven». Este es el texto:
Los diez motivos del fracaso
- Ser arrogante y autoritario: hacer oídos sordos a los consejos y a las críticas.
- Ser nervioso y pesimista y transmitir ese nerviosismo a los demás.
- No saber elegir colaboradores, no saber formarlos, no saber comprenderlos. Ser amigo de aislarse; tener espíritu regionalista.
- Ser suspicaz, indeciso, cambiante.
- Querer hacerlo todo uno mismo, perderse en los detalles; no saber distinguir lo esencial de lo accesorio.
- Incongruencia entre las palabras y los hechos. Ser amigo de hacer declaraciones intempestivas que los hechos contradicen. Desanimarse enseguida ante las dificultades y fanfarronear en caso de éxito.
- No estar dispuesto a sacrificarlo todo al cumplimiento del deber, no tener la valentía de asumir las responsabilidades, los éxitos y los fracasos, sin dañar la caridad fraterna. No ofrecerse voluntario para las tareas difíciles, reservando las más fáciles para sus colaboradores.
- Actuar sin método, bajo la inspiración del momento, sin programa ni proyecto.
- Ser vanidoso: tener miedo al éxito de los demás, ocultar sus secretos y experiencias. No hacer que los demás se aprovechen de ellas.
- Contar únicamente con uno mismo: con su talento, sus ardides y artimañas, o su poder.
Los diez motivos del éxito
- Respetar la personalidad de cada uno: ser flexible, escuchar las ideas de los demás, reflexionar antes de emitir un juicio de valor.
- Considerar la propia misión como una gracia: ser dueño de sí mismo ante los acontecimientos.
- Saber servirse de la gente: aceptar el diálogo para comprender a cada persona. Grandeza de alma: olvidar los errores y las torpezas ajenas, saber escuchar los consejos de los amigos y sobre todo las críticas de los enemigos.
- Confiar en los colaboradores, pero siguiendo atentamente lo que hacen. Tomar buenas decisiones y aplicarlas cueste lo que cueste.
- Compartir la responsabilidad con los consejeros, especialistas y colaboradores. Aprender cada día, para enriquecer las propias cualidades.
- Hablar poco y actuar mucho. Estar siempre en primera línea y dar ejemplo en todo: realista, objetivo, humilde en los éxitos. Compartir la alegría en los triunfos. Ser tenaz y paciente, y no desanimarse nunca.
- Estar dispuesto a sacrificarlo todo por cumplir con el deber. Asumir toda la responsabilidad y la parte más dura del trabajo.
- Ser metódico: tener un programa y un plan de trabajo, hacer autocrítica y desconfiar de los elogios.
- Eclipsarse en el cumplimiento del deber, en la misión. Alegrarse de los éxitos de los demás. Y para el futuro, comunicar la propia experiencia al sucesor.
- Tener plena confianza en Dios: en su luz, en su fuerza, en su ayuda y en el futuro de sus trabajos.
¿No te parece que Nguyen Trai el Joven merece un aplauso?