“Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos” (Mateo 3:2) proclamaba Juan el Bautista en el desierto de Judea, es una proclamación gozosa que nos llama a arrepentirnos según ha explicado en el Angelus el Papa Francisco.

“Se trata de un anuncio gozoso: viene el Reino de Dios, es más, está cerca, está en medio de nosotros (…) Este es el mensaje central de toda misión cristiana” dijo el Papa Francisco.

“Cuando un misionero se va, un cristiano se va a proclamar a Jesús, él no va a adoctrinar seguidores, como si fuera un fanático que busca más adeptos para su equipo. No, (ellos van) a anunciar: ¡El Reino de Dios está entre ustedes!”

Recordando que la alegría de este mensaje se encuentra en que podemos experimentar algo del gozo y la belleza del Reino de Dios mientras estamos en esta Tierra el Papa añadió: “¿Qué es esto del Reino de los Cielos? (..) Pensamos rápidamente en algo que respecta al más allá: la vida eterna. Cierto, el Reino de Dios se extenderá sin fin más allá de la vida terrena, pero la hermosa noticia que Jesús nos lleva es que el reino de Dios no debemos esperarlo en el futuro: se ha acercado, de alguna manera está presente y podemos experimentar hasta ahora la potencia espiritual”.

Sin embargo para que Dios pueda “establecer su señoría en nuestra historia, en nuestra vida de cada día; y allá donde ella viene acogida con fe y humildad germinan el amor, la alegría y la paz”, existe una condición: “cambiar en la vida, es decir, convertirse (…)Se trata de dejar los caminos, cómodos pero astutos, de los ídolos de este mundo: el éxito cueste lo que cueste, el poder a cambio de los más débiles, la sed de riquezas, el placer a cualquier precio (… y) de abrir el camino al Señor que viene: Él no quita nuestra libertad, si no que nos dona la verdadera felicidad”.

Así pues: “Con el nacimiento de Jesús en Belén es Dios mismo que toma morada en medio de nosotros para liberarnos del egoísmo, del pecado y de la corrupción”.

Fuentes

Prepare for Christmas by conversion, Pope tells Advent Angelus crowd

Papa Francisco: Para encontrarse con Dios hay que liberarse del egoísmo