Las esferas que se cuelgan en los árboles son parte de las decoraciones por excelencia en esta temporada navideña, por lo cual es curioso remontarse en el tiempo a descubrir su origen.
Muchos adornos han desfilado por las verdes ramas de los abetos, pero las esferas siguen siendo favoritas aún tras el paso de muchos años. Pero esto no siempre ha sido así.
En un principio, lo habitual era colgar diversas frutas y confites en los árboles de Navidad. La fruta favorita para este fin era, sin duda alguna, la manzana, puesto que está vinculada con un significado religioso más profundo, al ser tradicionalmente este el fruto prohibido del cuál comieron Adán y Eva al cometer el pecado original. Las manzanas también eran acompañadas por obleas (hostias no consagradas) para recordar la importancia de estas fechas, puesto que gracias al nacimiento de Jesucristo (y su posterior muerte) ha sido perdonado ese mismo pecado.
¿Qué tiene esto que ver con las actuales esferas? Todo se remonta al año de 1858, en el pueblo montañés de Goetzenbruck, ubicado en Francia. Según cuenta la leyenda, ese año una terrible sequía había azotado la región, por lo cual no había manzanas rojas para decorar los árboles.
Sin embargo, no todo estaba perdido. Años atrás, en 1721, se había instalado una fábrica de vidrio, cuya principal función era crear los vidrios que cubrían las caras de los relojes. Estos vidrios debían tener una superficie curva, por lo cual los empleados solían soplar bolas de vidrio que después cortaban al tamaño deseado.
Así pues, indispuesto a dejar que los niños se quedaran sin adornar sus pinitos esa Navidad debido a las inclemencias del clima, un héroe anónimo decidió tomar su experiencia como soplador de vidrio y crear unas esferas teñidas de rojo como sustituto de los frutos.
Aunque su nombre se ha perdido en el tiempo, dejó como legado una tradición que se ha extendido a lo largo y ancho del mundo. Desde aquella primera ocasión la fábrica de vidrio de Goezenbruck, además de sus vidrios para relojes, comenzó a producir las coloridas esferas como decoraciones navideñas, llegando a producir 200,000 esferas anualmente en la década de 1950.
Desafortunadamente, la tradicional fábrica tuvo que cerrar sus puertas en 1964 ante la llegada de versiones más baratas y producidas en masa.
Existe una versión similar a esta historia en la cual el creador de las esferas fue en realidad un vidriero de Lauscha, en Alemania, alrededor de 10 años antes de los acontecimientos en Goetzenbruck.
Cualquiera que sea la versión, sin duda esta es una curiosa historia para compartir esta temporada, y una muestra de cómo la creatividad de una persona puede cambiar al mundo.