Investigadores de la UNAM desarrollaron unas nanofibras capaces de quitar los metales pesados que contaminan el agua.
México se encuentra entre los cinco países que más agua consumen, de acuerdo con un reporte del Foro Económico Mundial. Este revela que en el país se utilizan 366 litros de agua diarios por cada habitante.
Por otro lado, en la Agenda Ambiental 2018, Diagnóstico y Propuestas, presentada por la Universidad Autónoma de México, se advierten varios problemas. En primer lugar, existe un evidente deterioro de la calidad de las aguas superficiales. Aunque existen muchas causas, una que debe atenderse es el manejo de aguas residuales.
Las aguas residuales suelen verterse “crudas” (sin ningún tratamiento previo) a los cuerpos de agua, o utilizarse para el riego. Estas aguas contienen un sinfín de contaminantes, que pueden dañar el medio ambiente y la salud de las personas. Por ello, aunque no se vayan a consumir directamente por los humanos, deberían pasar por ciertos tratamientos de purificación. Sin embargo, solamente reciben este proceso cerca del 57% de las aguas municipales recolectadas. Peor aún, solo el 25% de las plantas menores a 100 litros/segundo funcionan adecuadamente.
Además, los dos métodos más utilizados para el saneamiento del agua no consideran la eliminación de los metales pesados como el arsénico, mercurio, plomo, cromo o cadmio, ni de otros compuestos nocivos.
Por ello, investigadores del Grupo de Ciencia de Materiales del Instituto de Ciencias Físicas (ICF) de la UNAM campus Morelos, se dieron a la tarea de encontrar una solución para este problema. Lo hallaron en la forma de unos nanohilos.
Estos nanohilos se crean a partir de una suspensión polimérica. Esta se encuentra en la aguja de una jeringa y al inducir un campo eléctrico generado por un potencial de alto voltaje, se crean los nanohilos, que son recolectados en una placa para crear una membrana electrohilada.
El secreto para la purificación del agua se encuentra en que la suspensión polimérica, antes de transformarse en nanohilos, contienen nanopartículas cerovalentes de hierro y níquel. Estas nanopartículas son muy reactivas con otros metales, por lo cual la membrana puede retener elevadas cantidades de metales pesados, hasta el 98% de los contenidos en una muestra de agua.
Iván Camps Balabanov, coordinador del proyecto, señaló que este método también es amigable con la ecología: “Cumple con todos los lineamientos de la química sostenible o ‘química verde’, que establece que la metodología de fabricación de nanopartículas y nanofibras no conlleven a la generación de subproductos difíciles de desechar o que puedan ser nocivos para el medio ambiente”.
Aún se le están dando los toques finales a esta investigación, buscándose un método simple que permita lavar y reusar las nanofibras.