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¿Por qué dudas? Rompe tus cadenas, aunque sean de oro. Y entonces podrás avanzar. Al final del camino está el Señor ¡y te espera! (C. E 179).
«Acumulad tesoros en el cielo, donde ni la polilla nila carcoma echan a perder las cosas, y donde los ladrones no socavan ni roban. Porque donde está tu tesoro, allí está también tu corazón»
Los extraviados, los que no saben adónde van, caminan sin esperanza. El hombre que avanza hacia su meta, espera. Tú vas al encuentro de tu Dios, el Señor misericordioso, que te espera y colmará todos tus deseos (C. E 664).
La audacia es una de las condiciones para llegar a santidad. Imita la osadía de los niños. Acepta gozosamente voluntad del Señor, dispuesto a seguirle adonde quiera llevarte. Amarlo con todo el corazón.El niño está listo hasta para ir a la luna, a condición que lo acompañen sus padres (C. E. 728).
Para ser santos, basta con cumplir con el deber que nos exige el momento presente. El descubrimiento de esta verdad traerá paz y alegría a tu alma (C. E. 31).
Vistos desde un avión, los coches, los edificios, los hombres y los animales te parecen juguetes. Para un observador apostado en la luna, la tierra es pequeñísima. El que asciende en la escala del conocimiento se vuelve humilde y siente deseos de estudiar más y más (C. E 571).