Examina tus actividades, observa tus reacciones; y sabrás inmediatamente si tu fe es viva o simplemente rutinaria (Card. Van Thuan).
Erase un patrón incrédulo, que no creía ni en Dios ni en los hombres. E iba, decían, a ausentarse por un mes. Pero al día siguiente de marcharse, estaba ya de vuelta, controlando el trabajo de los mil obreros de su fábrica. Sólo uno de éstos estaba aplicado a su tarea, como solía. Era Shirley, un cristiano.
— Te felicito —le dijo el patrón—, no veo tu fe pero la adivino por tu comportamiento.
Algún tiempo después, se supo que el patrón meditaba mucho y que parecía muy pensativo después de aquel viaje frustrado... y hasta que se iba a convertir.