No pongas tu fe en las obras ni en los milagros, ponla en Dios.
Este fue el mensaje del Papa Francisco, reflexionando en la historia del Evangelio en el que Jesús se presenta como el Cristo, el enviado del Padre, ante sus conciudadanos de Nazaret en la sinagoga local.
Sin embargo, los presentes no le creen y demandan un milagro para comprobar sus palabras: “pero Jesús no quiere y no puede aceptar esa lógica, porque no corresponde al plan de Dios: Dios quiere la fe, ellos quieren milagros; Dios quieren la salvación de todos, ellos quieren un Mesías para su provecho propio”, afirmó el pontífice.
“Este Evangelio nos muestra que el ministerio público de Jesús, comienza con un rechazo y con una amenaza de muerte, paradójicamente, por parte de sus propios conciudadanos”.
Pero “este duro rechazo no desanima a Jesús, sino que le impulsa al camino y a la fecundidad de su acción profética. Él va adelante por su camino, confiando en el amor del Padre”.
Así como Jesús en su momento, también “hoy el mundo necesita ver en los discípulos del Señor a profetas, es decir, a personas valientes y perseverantes a la hora de responder a la vocación cristiana.”
“Personas que siguen el impulso del Espíritu Santo que los empuja a anunciar esperanza y salvación a los pobres y a los excluidos; personas que siguen la lógica de la fe y no de los milagros; personas dedicadas al servicio de todos, sin privilegios no exclusiones. En pocas palabras: personas que se abren a acoger en sí mismas la voluntad del Padre y se esfuerzan en testimoniarla fielmente a los demás”, concluyó el Santo Padre.