
Ya sea en el trabajo o en la casa a veces enfrentamos problemas en los que no estamos de acuerdo con otras personas. ¿Cómo manejar estas situaciones?
Saber mantener la calma y ser constructivo es la clave para tener relaciones de larga duración, pero a veces no es fácil controlarse y podemos llegar a decir cosas de las que nos arrepintamos en el futuro. Aquí hay unos breves consejos para saber mejor manejar situaciones difíciles:
Vigilar tus señales físicas
Los expertos recomienda vigilar si el corazón se acelera, la cara se pone roja y la respiración más corta. Estas son señales de que nos sentimos amenazados por lo que entra en funcionamiento la idea de “huir o pelear” y la corteza pre frontal del cerebro deja de funcionar, la parte con la que actuamos racionalmente.
Es importante también ver estas señales con las personas con las que discutimos ya que el contagio emocional es muy real y puede hacer la situación aún más explosiva. Pero, ¿qué podemos hacer?
Autocontrol y cambio de perspectiva
Primero que nada, recomiendan los expertos, respira profundamente. El Dr. Andrew Weil describe la respiración como un tranquilizador natural para el sistema nervioso.
Tocar objetos. Poner tus manos sobre la mesa. Sentir el peso de tus pies sobre el piso. La clave es no concentrarse en la cabeza. También puedes dar un paso atrás para ampliar tu perspectiva y observar una pintura, o el tamaño del cuarto, el paisaje, etc. Cualquier cosa que te de un sentido de espacio, de no sentirte arrinconado y a la defensiva.
Recordar los objetivos. Recuerda cual es la finalidad de la plática el objetivo de la misma. No es demostrar quién está equivocado o quien es más inteligente. Si no buscar soluciones a un problema.
No tomes las cosas personalmente. Vuélvete un observador de la situación en vez de un participante y trata de ver cómo solucionar la situación.
Genera empatía y crea puentes
Deja hablar a la otra persona. Al dejar a la otra persona ventilar sus asuntos, tú obtienes más información que te puede ayudar a resolver el problema. Y al menos, dejas salir esa presión de la persona.
Muestra que te importa. Demuestra con tus palabras y tu lenguaje corporal que para ti su problema también es importante, que entiendes la urgencia y preocupación que genera. Ponte en sus zapatos y no escuches todo sólo como una crítica hacia tu persona.
Reconoce tu responsabilidad. Si al escuchar a la otra persona te das cuenta que has cometido un error, reconócelo. En vez de mantenerte a la defensiva se directo y pide disculpas por los errores u omisiones que hayas cometido.
Busca más información y ponte de su lado. Trata de mantenerte productivo entendiendo su situación y pidiendo toda la información que necesites para entender mejor el problema y resolverlo.
Comparte tu “por qué”. Explica tus razones por las que se tomó tal o cual decisión. Para que la otra persona entienda el contexto, la historia y las restricciones que llevaron a la situación actual.
Comunícate siempre con respeto. Nunca agredas a la otra persona verbalmente. Simplemente esto no va a solucionar las cosas. Aún puedes recordarte y recordarle que en el pasado se han respetado mutuamente pero que en este problema no estás de acuerdo, siempre de una forma clara y educada. De esta forma también, a pesar de las dificultades, aseguras tener una relación futura con la persona con la que no estás de acuerdo actualmente.
Esperamos que estos consejos te sirvan para encontrar soluciones a los problemas o al menos para no hacerlos más grandes.